Un largo camino que hay que recorrer; desde ahora hasta el fin.

sábado, 12 de enero de 2013

Un corazón desilusionado.

 Estaba abocado a sufrir. Se declaraba públicamente como un hombre duro, impasible, exento de responsabilidades para con todo aquello que a diario a algunos puede afectarles. Mas todo aquel que le conocía sabía que no se trataba más que de un chico sensible que trataba de sobrevivir en esta jungla que llamamos 'vida cotidiana'.

 A veces era muy fuerte.

 Recuerdo una ocasión en la que las cosas no le iban especialmente bien. Se sentía desubicado, abstraído, algo perdido, marchitado. No se sentía querido, pasaba por una situación sentimental más que quebradiza y eso le desestabilizaba. El solía decir que sólo eso podía hacerle sentir mal; ni insultos, ni críticas, ni golpes, tan sólo no sentirse partícipe de una vida que amaba, de un trabajo que se le antojaba muy lejano. En sus ojos se notaba la incertidumbre, la impotencia; pero, sin duda, quienes más le conocíamos sabíamos intuir su estado anímico a partir de sus bromas, mucho más ácidas e hirientes cuando no se encontraba bien. No gustaba de hablar de sus inquietudes más que con sus compañeros de camino, aquellos que él consideraba que debían conocer cada paso que él daba. Esa noche, acompañado por una luz tibia de un bar cualquiera, confesó no sentirse asqueado ni abatido. Aseguraba que todo aquello lo tenía bien merecida, pues había hecho daño a muchas personas a lo largo de su vida. Él, decía, también se había sentido perdido años atrás, y había dado pasos de gigante devastando algún que otro pobre e inocente corazón. Y él lo sabía, lo tenía marcado a fuego en su cabeza y no había día que no se arrepintiese de haber hecho daño, aunque no fuese a conciencia. Él nunca asesinaba con alevosía, se limitaba a ser justo. "Toda esta mierda que me rodea no es más que mi merecida penitencia".

 Era demasiado honesto. A veces resulta mucho más efectivo lamentarse, provocar y arrancar alguna sensación de pena entre los más cercanos que pudiese aliviar su dolor. Pero aquello se parecía demasiado al patetismo y no pensaba recurrir a ello.

No hay comentarios:

Publicar un comentario