Un largo camino que hay que recorrer; desde ahora hasta el fin.

domingo, 20 de enero de 2013

No prejuzgues.

 Observé unos segundos su cara de profundo asco y repulsión que me dedicaba. Acababa de soltar tal disparate que había agotado su paciencia. Apenas me conocía, pero a veces la indiferencia puede dar paso a otra cosa si algo choca directamente con tus valores e ideales. Ahora, en su cabeza, tan sólo retumbaba mi egolatra conclusión, mi superficial visión de casi todo lo que me rodeaba. Pensaba que por culpa de personas como yo, los niños crecen sin valores, sueños e ilusiones, frías maquinas sin sentimientos. Pensaba que era culpable de aportar mi granito de arena para erradicar aquello que se conocía por magia y apenas queda. Pensaba que era un ser despreciable.

 Y yo, cansado de darme a valer, de mostrar mi verdadera cara pues no era más que abofeteada, pensaba sin pestañear que quizás ella no imaginaba cuán despreciado podría haber sido en el pasado, cuánto daño pudieron hacerme días atrás. Pensé que me prejuzgaba por mi arrogante actitud sin profundizar en mi alma, puesto que la llevaba escondida bajo varias capas de tela, carne y orgullo. Me pregunté si se imaginaba que sólo trato de maquillar mis inseguridades y me limito a esperar a que alguien, de una vez por todas, decidiera apostar por mí, creer en mí y regalarme su cariño sin condiciones.

 Reboso humanidad, bondad, cariño. Pero, ¿quién podría imaginarlo? ¿Soy yo verdaderamente el culpable de que todo eso lo deje de lado en el día a día?

No hay comentarios:

Publicar un comentario