Un largo camino que hay que recorrer; desde ahora hasta el fin.

sábado, 12 de enero de 2013

Aquel chico.

 No sé deciros exactamente qué era lo que más me fascinaba de ese chico. Quizá fuese su su convicción acerca de todo por lo que luchaba, de todo lo que apoyaba y de todo a lo que contribuía. Era una actitud, ese chico era una actitud tan firme e intensa que emocionaba ver cómo, a veces estúpidamente, todo hay que decirlo, defendía su postura. Tenía una fe ciega en todo aquello que amaba, y amaba tantas cosas carentes de sentido que había quien pensaba que estaba loco o que era algo tonto. Sin embargo, había un detalle que me resultaba muy llamativo. Era pura actitud, convicción, ideales ferreos, pero sus sentimientos, a veces, eran tan cambiantes y efímeros que era casi imposible seguirlos. Tenía una gran corazón, siempre dispuesto hacia una posición, pero siempre se encontraba tan confundido que no era capaz de permanecer en un lugar por mucho tiempo. Era tan cambiante como el tiempo. Sí, definitivamente era eso lo que más me fascinaba de aquel muchacho, su corazón tan caliente y tan confundido. Su gran amor por todo lo insignificante que malgastaba a diario.

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