Un largo camino que hay que recorrer; desde ahora hasta el fin.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Recapitulemos.

He estado algún tiempo sin escribir nada porque no había nada interesante que contar. La vida sigue igual. Aburrimiento, desidia, desgana, apatía. Diversión, risas, mosto.

Con algún que otro cambio en el ámbito sentimental. Como ya he comentado hace poco yo no mido la importancia de las personas según lo que yo sienta por ellas, sino que las personas por las que daría un brazo son aquellas de las que recibo tanto o más de lo que yo entrego. Obviamente, hay personas que se han ganado el privilegio de poder escupirme a la cara y, por mi parte, recibir un fuerte abrazo. Todos ellos y ellas saben de quiénes hablo. Por suerte, no se ha dado el caso todavía, no he recibido fluidos provenientes de la boca de mis amigos.

Peor que cualquier gargajo es la indiferencia de algunas personas que aseguran quererme, que juran y perjuran que he supuesto un gran apoyo y ayuda en su vida. Personas por las que he dado todo, por las que he renunciado a mis principios y a mis ideales. Personas por las que me desviví en ocasiones, por las que olvidé mi ímpetu romántico y libertario. Y, de repente, cuando exiges lo que cada persona que entrega cariño merece (una mísera sonrisa, sinceridad) te abofetean con una orgullosa, pasota e injusta indiferencia. Pasarán varios meses y aun pensaré en vosotros, porque habéis sido un gran pilar en mi vida durante un tiempo. Y si abro mi corazón, siempre permanecerá abierto. Pocas personas tienen el privilegio de haberme conocido en profundidad. Vosotros habéis menospreciado mi cariño. Y no os guardo rencor, solo una triste y decepcionante sensación de vacío que se desvanecerá con el tiempo. Cada uno es libre de decidir a quién quiere en su vida y por quién merece la pena un esfuerzo. El mosqueo, si acaso, lo tengo conmigo mismo. Y solo quedara, cuando mire hacia atrás y recuerde, un desganado chasquido de lengua, un desenfadado suspiro. Así es la vida. Sabéis de quién hablo.

Y nada, dejando aparte toda esta mierda y esta paranoia sentimental, el resto sigue tal y como estaba. Aunque he de reconocer que me siento mucho más vivo, más alegre. Con ganas de divertirme y de reír. Como os comenté hace poquito, el antiguo Yuste ha vuelto, pero reforzado. Reforzado, renovado y reparado. Con parches, muchísimos parches. Ya no hay fugas en el escape, la carrocería es nueva y el asiento es de cuero. Los neumáticos son los mejores del mercado. Tengo la moto a punto, ¿qué nena se atreve a dar un paseo?

No, en serio, un bejito en er navo a tos utede, bebed mucho mosto y sed felices, que yo también lo seré. Cómo no serlo teniendo hermanos que me dan la vida, familia y mujeres. Un bejito.

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