Un largo camino que hay que recorrer; desde ahora hasta el fin.

miércoles, 12 de marzo de 2014

"Hoy son recuerdos, recuerdos".

  Aún recuerdo frondoso el cañaveral y maduras las granadas sobre el suelo, con las tripas fueras. Los días inmóviles, el tiempo lento y pesado de la tarde que moría en el ocaso de un sol que se escondía sorteando la otra banda: el ritmo era anestesiado a partir de los eucaliptos. Una amalgama de verdes comenzaba a brotar en un terreno árido y los niños mordíamos la vinagreta para sentir el sabor ácido de una tierra de sentimientos confusos. El grano marrón olía a alegría pero también rezumaba una oscuridad que evocaba tiempos muy antiguos.

  Una vieja bicicleta oxidada descansaba contra una pared de granito y un ardiente techo de uralita hacía las veces de paso elevado para los gatos. Una encorvada higuera chorreante de resina daba sombra a la ropa que bailaba en el tendedero. Un balón pinchado se consumía al sol sobre una astillada mesa de madera. Todo era viejo y decadente pero reconfortaba como los arrugados brazos de un abuelo.


  ¿Y qué si una tierra seca y muerta es todo lo que necesito?

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