Un largo camino que hay que recorrer; desde ahora hasta el fin.

jueves, 16 de mayo de 2013

'Revolutionary road'

 Hoy vuelvo a enfundarme el uniforme. Con un cigarrillo en la mano y envuelto en la más pura melancolía, de esa que no pesa, de esa que ilumina, encauza, aclara y revitaliza, vuelvo para abrirme una vez más ante todos vosotros que leéis. Si es que aún me queda algún lector.

 Acabo de ver 'Revolutionary Road', y más allá del punto de vista cinematográfico (no soy ningún experto en cine), creo que estas dos horas han tenido un profundo calado en mi confuso espíritu. Parece que ha reavivado mi interés más real y personal, el más hondo, ese que no se ve pero se siente, el que no se palpa pero se intuye. He visto reflejada mi vida en ese personaje que encarna brillantemente, a mi parecer, Di Caprio. Después de perder varios litros de agua a través de los lagrimales (ya sabéis que soy de lágrima fácil en cuanto a películas se refiere), mi mente ha comenzado a divagar y he vuelto a pensar en varios asuntos que apenas frecuentaban ya mi psique.

 Creo que no hay nada más triste que el ser humano ahogado en falsas y cómodas responsabilidades. Creo que no hay nada más desgarrador que un alma que se aprisiona tras los barrotes de la monotonía, del supuesto deber cumplido. Cuán atronador debe ser el alarido que nuestro espíritu entona cuando desechamos todo aquello que siempre anhelábamos, abstraídos por una plácida vida llena de reconocimientos, tranquilidad y estabilidad. El talento, la verdad y los sentimientos... todos ponemos el grito en el cielo clamando por ellos mas siempre es lo más buscado, lo más hallado y lo más ninguneado.

 Piensas que lo tienes todo, y en realidad no tienes más que un montón de cachivaches en la cocina, tus padres bien resguardados y un trabajo estable. Puedes vivir cómodamente durante toda tu vida, viendo como el tiempo pasa y tú vives una (como dice el guión de la cinta) irremediablemente vacía vida. Lo más aterrador es ese momento de redención, el cual a todos nos llega. Ese momento en el que tragamos saliva y, con ella, todas nuestras ilusiones, nuestros sueños y nuestras aspiraciones. Piensas que lo tienes todo, y en realidad... no tienes nada.

 Todos nacemos con un gran espíritu; lo único que nos diferencia, quizás, es el momento en el que decidimos rendirnos.

 Háganme un favor y no me den consejos, no hablen de vida, no traten de conducirme a ningún sitio. Aún no he descubierto plenamente quién soy y hacia dónde quiero dirigir mis pasos. Dejen que lo descubra por mí mismo.

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