Un largo camino que hay que recorrer; desde ahora hasta el fin.

martes, 26 de febrero de 2013

¿Queréis que os diga algo?

Existen dos mundos muy diferenciados en el corazón de cualquier persona.

Se nos ha concedido la licencia para andar de puntillas, temerosos, con los ojos cerrados, sin querer vivir, sufrir, sin querer formar parte de algo que pudiese suponer una enorme pérdida. Se nos permite vivir sin intenciones, sin metas, sin objetivos, sin luchas. Se nos aconseja improvisar, no seguir ningún camino dictado, sin pelear, sin abatirnos, sin hundirnos mas, como es habitual, se nos aconseja mal.
Vive superficialmente, vive disfrutando de las sensaciones más mundanas, más banales, vive fumando cigarrillos y bebiendo alcohol, vive bailando en una fiesta, vive tirándote a los brazos de cualquier cara bonita, vive sin sentirte partícipe de ninguna ilusoria esperanza que pueda hundirte para así poder sentirte libre. Pero he aprendido, a mis veinte ignorantes e insuficientes años de vida, cuando aún me queda por vivir, sin duda alguna, mis más gloriosos y memorables momentos, que la libertad no está en un trozo de plástico, en una pantalla de plasma, en una cama o en una discoteca. He aprendido que la libertad no es ser libre de represiones, cadenas y conflictos morales. He aprendido que la libertad consiste en ser honesto con tus propios sentimientos, en luchar por lo que sientas, aunque sea mínimamente, que merece la pena, en arrancarte el corazón del pecho y ponerlo sobre la mesa aunque seas consciente de que te juegas mucho. La libertad es tener los ojos bien abiertos, tomar las decisiones correctas, siempre guiados por vuestro más primario instinto, vuestro más fugaz y (pudiera ser equivocado) arrebato.
¿Sientes algo? Dilo. ¿Deseas algo? Cógelo. ¿Te equivocaste? Rectifica. No engañes, no mientas ni digas media verdad Involúcrate. Se dice que la libertad es el poder de elegir tus propias cadenas. ¿De qué engranaje formas parte tú?
Las decisiones que tomamos siempre tienen sus consecuencias. Las cosas que hacemos, dejamos de hacer, las cosas que decimos, dejamos de decir, marcan nuestras vidas. Y es bien cierto que algunas decisiones pueden tomarse con los ojos cerrados y tener consecuencias casi imperceptibles pero a veces, sólo a veces, merece la pena pararse un rato, abrir los ojos y ver qué camino se debe escoger.
Ama y vive, lucha y sigue.

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