Un largo camino que hay que recorrer; desde ahora hasta el fin.

lunes, 2 de abril de 2012

SVNTS

Rodeado de los mejores. Rodeado de grandes corazones, grandes sonrisas. Rodeado de mis hermanos, mis compañeros de viaje, de vida, de sentimientos. Rodeado de grandes momentos, grandes experiencias, grandes vivencias. Rodeado de felicidad, me siento triste.

Únicamente culpo a mi estúpido y gallito ego. Mi errónea concepción del cariño y el peligro que supone entregarlo. “Sentir cariño por una persona nunca es un error”, es un consejo que a menudo entrego a personas que lo necesitan, pero nunca he sabido predicar con el ejemplo. ¿Por qué soy plenamente consciente de que hay que mostrar afecto a aquellas personas que sabes que lo merecen y no soy capaz de hacerlo? ¿Qué me lo impide?

Siempre he sido frío e impasible con todas las mujeres que han pasado por mi vida. Y lo admito: ha sido un gran error. Nadie se atreve a acariciarme, a besarme, a mostrarme su corazón. Creen que desprecio los pequeños detalles, y no saben que vivo de ellos. Que vivo de las palmaditas en la espalda, de las caricias en el cuello, en el pelo, de los besitos en la mejilla, de las sonrisas, de las palabras de aliento. No saben que me gusta fijarme en las manos de las personas a las que quiero y deseo ardientemente cogerlas y apretarlas, besarlas. No saben que admiro cada gesto cariñoso que una persona, desinteresadamente, entrega a otra persona. No saben que deseo con todo mi corazón sentirme querido, sentir el cariño y el amor de cualquier forma. No saben que muero por dentro en cada instante que piensan que no les valoro.

Necesito un poco de cariño y sensatez femenina en mi vida. Y desde aquí pido disculpas a todas las chicas por cada gesto apático, pasota y desagradable que haya podido tener. Por cada mal gesto, mala palabra. Vosotras movéis este mundo porque sois la gasolina del motor más importante de este planeta: el amor.

No quise compartir mi agua y ahora muero de sed.

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